Al‑Anon me salvó la vida. Realmente creo que, si no hubiera encontrado este programa, habría muerto. Sin embargo, aquí estoy. Soy capaz de encontrar felicidad y alegría, aunque las circunstancias de mi vida no sean perfectas. Mi programa realmente cobró vida para mí cuando sentí que no tenía más remedio que echar a mi hijo menor de edad de la casa. Si bien fue una de las cosas más dolorosas que había hecho, dejar que se quedara en nuestra casa había sido incluso más doloroso. Para ayudarme a superar los momentos difíciles, reflexionaba sobre las siguientes ideas.
Le está pasando a él; no me está pasando a mí. Yo era muy buena sintiendo empatía por los demás. Me imaginaba a mi pobre hijo: debía estar tan hambriento, solo, triste, cansado y con frío. Me invadía un dolor imaginario, como si estuviera en sus zapatos. Sin embargo, mi hijo estaba ahí afuera viviendo su vida. En Al‑Anon, aprendí a vivir mi vida plenamente y no proyectar mi imaginación desenfrenada sobre lo que podría estar pasando.
«Ayudarlo» no es ayudarlo. Cuando le daba limosnas a mi hijo, eso solo prolongaba su enfermedad. Realmente solo quería sentirme mejor, y aunque podría sentir un alivio temporal, a la larga me arrepentiría de mis ofrecimientos de ayuda. Además, cada vez que lo rescataba, eso le daba el mensaje de que alguien siempre lo cuidaría. Tuve que aprender a decir que no cada vez que me pedía algo.
¿Qué haría él si yo estuviera muerta? Cuando me sentía obligada a ayudarlo, reflexionaba sobre esta idea. Fue una buena manera de recordarme que me desprendiera de él con amor. Si elegía comprarle una comida o pagarle un corte de pelo, podría tomarme el tiempo que necesitaba para pensar en vez de reaccionar.
He encontrado muchos instrumentos en Al‑Anon en los que puedo depender para superar los momentos difíciles. Si pienso que quiero darle algo al alcohólico o ayudarlo de alguna manera, buscaré la sabiduría de mi Poder Superior antes de tomar una decisión. Siempre puedo tomar esa decisión mañana.
Por Ellen S., Oregón
The Forum, mayo de 2023
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