Me di cuenta de que algo no andaba bien con mis padres cuando un día necesité ayuda con los deberes de la escuela y le pedí a mi papá que me ayudara. Cuando me acerqué a él, tenía una cerveza en la mano y la escondió detrás de la espalda, diciendo: «Enseguida voy», mientras me hacía señas para que me fuera. En ese momento, pensé: «¿Por qué ha escondido la cerveza detrás de la espalda?». Sentí confusión y disgusto. En esa época, mis padres se peleaban, así que yo tenía miedo de contárselo a mi mamá porque pensaba que eso empezaría otra guerra entre ellos. Después de eso, me convertí en la persona que arreglaba las cosas. Siempre me callaba mis emociones para intentar arreglar las peleas entre mis padres y mantener la paz en mi casa.
Algún tiempo después, mi mamá empezó a ir a Al-Anon. Ella llevaba un año en el programa cuando mi papá se fue a un programa de rehabilitación. Mis padres se sentaron con nosotros la noche anterior y mi papá admitió que tenía problemas de alcoholismo. Al principio, después de escuchar lo que dijo mi papá, no sentí ninguna emoción. No sabía cómo sentirme. A la mañana siguiente, mi papá se fue y pensé: «¿Por qué me está pasando esto a mí?». Al ver que mi papá se iba, me sentí abrumada. Eso pasó hace casi tres años.
Cuando mi mamá me habló de Alateen, sinceramente pensé que iba a ser muy aburrido. Creía que no necesitaba ir, que yo lo tenía todo resuelto y que estaba bien. Antes de Alateen, sentía que no podía hablar de mis sentimientos en absoluto, no importa que estuviera triste, enfadada, o sintiera muchas emociones. Pero después de asistir a las reuniones y oír que otras personas tenían experiencias parecidas a las mías, sentí que pertenecía en ese lugar. Sentí que la gente podía entender cómo me sentía y me di cuenta de que no tenía que aguantarlo todo para que todo pareciera perfecto desde fuera. Unos meses más tarde, decidimos crear un grupo de Alateen en nuestra ciudad. Han pasado nueve meses desde que comenzó nuestra reunión, y Alateen ha tenido un gran impacto en mi vida, no solo en relación con el alcoholismo, sino también en relación con la escuela y mi salud mental.
Los lemas me parecen realmente importantes. Los dos que encuentro más útiles son «Un día a la vez» y «Suelta las riendas y entrégaselas a Dios». Estos lemas me ayudan a tomarme mi tiempo y a no preocuparme por nadie más que por mí misma. No puedo controlar las palabras o las acciones de otra persona, pero en Alateen he aprendido que puedo controlar las mías. «Un día a la vez» me recuerda que debo permanecer en el presente, en lugar de vivir en el pasado o en el futuro. Mantener mis pensamientos en el pasado o en el futuro me impide disfrutar del tiempo que tengo ahora, en el presente. Estas sencillas lecciones me ayudan a olvidarme de los problemas de los demás y a centrarme en mi crecimiento.
Cuando formamos nuestro grupo, decidimos abrir nuestra reunión a personas de entre siete y dieciocho años. La mayoría de las veces, los miembros de nuestro grupo tienen entre nueve y quince años, pero incluso cuando hay niños de siete años en una reunión, pueden compartir su experiencia, fortaleza y esperanza. Aunque en nuestra Área las reuniones de Alateen siguen siendo pequeñas, tengo la esperanza de que nuestras reuniones crezcan a medida que las familias recuerden que el alcoholismo es realmente una enfermedad familiar, y que todos los niños y jóvenes pueden beneficiarse de tener un espacio seguro para superar sus experiencias juntos.
Por Alicia
The Forum, noviembre de 2024
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Muchas gracias por la reflexión de la importancia de un grupo Alateen
iFelices 24 horas de liderazgo y serenidad!