No es fácil lidiar con un alcohólico activo, sobre todo cuando el alcohólico activo en mi vida es mi hermano. Cuando lo visito, me siento mal de ver cómo su problema de alcoholismo lo está afectando. Siempre trato de comunicarme con él, pero cuando está sobrio, él evita verme la mayoría del tiempo. El único momento en el que me habla —y él es muy hablador— es cuando está borracho. El problema es que al día siguiente apenas recuerda de lo que hablamos y nuevamente evita cualquier tipo de conversación conmigo. A veces pasa por periodos de tiempo en los que bebe constantemente durante días, o a veces semanas.

Sin embargo, en Al‑Anon he encontrado esperanza. He aprendido que mi hermano tiene una enfermedad llamada alcoholismo. Ha sido de mucha ayuda leer sobre las características de esta enfermedad y recordar que la manera en la que él reacciona a las cosas se debe a su enfermedad; no se debe a que no me ama. He aprendido que yo no causé su enfermedad, que no la puedo controlar o curar. También he aprendido que hoy tengo alternativas cuando se trata de reaccionar a su comportamiento, ya sea que esté borracho o sobrio. Lo puedo tratar con respeto, comprensión y compasión, o puedo intentar controlarlo y regañarlo. La primera opción requiere de gran valor y serenidad. Sin embargo, yo sé que, si reacciono de manera negativa, muy pronto me sentiré resentido, avergonzado y culpable.

En Al‑Anon he aprendido algunas frases que puedo utilizar para establecer límites saludables en mi relación con mi hermano de manera firme pero amorosa. Aunque sea difícil recordarlas durante una confrontación o situación difícil, me ayudan a no reaccionar a su comportamiento. También he aprendido a no hacer por él las cosas que él puede hacer por sí mismo, tales como hacerse cargo de sus responsabilidades financieras. No obstante, cuando hablo con él, le dejo saber que estoy tan cerca como una llamada en caso de que necesite algo que esté en mis manos hacer. Este límite saludable es una línea fina, y tengo que tener cuidado de no cruzarla. A veces, mantener este límite es difícil. Pero hablar de mis sentimientos con mis compañeros de programa y escuchar sus experiencias me da valor y me ayuda a recordar que no estoy solo.

Cuando me concentro en mí mismo en vez de en mi hermano, puedo ver que el alcoholismo es una enfermedad de la familia, porque me ha afectado a mí. La buena noticia es que puedo usar los instrumentos. Al‑Anon me ha dado la oportunidad de mejorarme a mí mismo y estar más saludable. Ahora sé que mi hermano dejará de beber cuando esté listo para pedir ayuda. Mientras tanto, puedo escoger sufrir, o mantenerme positivo acerca de mi recuperación y mi propia vida.

Por Sergio Z.
The Forum, septiembre de 2018