Durante las pasadas dos semanas, me he sentido cada vez más inadecuada y desesperanzada. He estado cuestionando mis decisiones y sintiéndome increíblemente sola y aislada. Muchas personas que experimentan el COVID-19 se han sentido aisladas y abrumadas, pero mi enfermedad me llevó a un lugar muy oscuro —el mismo lugar en el que estaba cuando descubrí Al-Anon hace muchos años.

Por haber sido criada con la enfermedad familiar del alcoholismo, aprendí y practiqué muchos comportamientos poco saludables. Comencé a dudar de que alguna vez podría cambiar, y me preguntaba con frecuencia sobre quitarme mi propia vida. El momento decisivo ocurrió cuando encontré a Al-Anon. Asistí a reuniones, leí la Literatura Aprobada por la Conferencia, y con el tiempo tuve el valor —aunque tomó un tiempo— de pedirle a alguien que fuera mi Madrina. Con la ayuda de mi Madrina, completé todos los Doce Pasos y transformé mi vida. Tras muchos años de considerar constantemente el suicidio como una solución, pude encontrar esperanza y, con eso, paz. Dicho simplemente, Al-Anon salvó mi vida.

Así que me sobresalté hace poco, cuando, mientras asistía a una reunión en línea para escuchar una pregunta del Primer Paso del cuaderno En busca de la libertad personal (SP-92): «¿Qué situaciones en mi vida me han devuelto al Primer Paso?», reconocí de repente que estaba desesperada otra vez. Agraciadamente, el reconocimiento me dio consuelo. Me di cuenta de que estaba experimentando consciencia, aceptación y acción. Con ello llegó la aceptación de mi condición espiritual actual. Sentía desesperanza. Entonces, lo que he aprendido en el programa me guio hacia la última A, la acción. Elegí mi emoticono para compartir y me abrí acerca de mis sentimientos presentes de desesperación.

Como siempre, compartir en voz alta alivió mi sufrimiento inmediato y me dio la habilidad, una vez más, de escuchar soluciones. Aquellos que me siguieron compartieron experiencias similares de incapacidad frente al aislamiento continuo del confinamiento por el COVID-19. Pero también compartieron los instrumentos de Al‑Anon que estaban usando para encontrar esperanza. Se nos estaba devolviendo el sano juicio —a todos juntos—.

He tenido la gran fortuna de poder retribuir a Al-Anon de muchas maneras a lo largo de mi viaje de recuperación. No obstante, esta experiencia me acordó que, con frecuencia, el servicio más importante que cada uno de nosotros puede ofrecer —sin importar por cuánto tiempo hemos sido miembros o cuán bien nos sintamos trabajando el programa— es la disposición de admitir nuestra incapacidad y compartir nuestra desesperación. Tal y como se dice en Todo acerca del padrinazgo (SP-31), en esos momentos «es como estar perdido en el bosque: si encontramos alguien que también está perdido, es consolador cuando esa persona dice, ‘También estoy perdido. Veamos si podemos encontrar el camino juntos’».

Como miembro relativamente antiguo de Al-Anon, veo la asistencia a las reuniones como una necesidad y una responsabilidad. He recibido mucho por medio de este programa, de mis Madrinas y prestando servicio. Estoy agradecida por la oportunidad de estar ahí para los recién llegados y para otros miembros antiguos. Al igual que yo, tienen días en los cuales no pueden encontrar su Poder Superior o sus instrumentos de Al-Anon. Al igual que ellos, yo necesito la hermandad de otros miembros para que me guíe de vuelta hacia la solución. Estoy agradecida a todos los miembros que se han adaptado a este ambiente tan desafiante para asegurarse de que nunca falte allí la mano Al-Anon.

Por Vali F., Directora Ejecutiva

The Forum, septiembre de 2020

Puede reimprimir este artículo en su sitio web o en su boletín junto con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con el permiso de The Forum, Al-Anon Family Group Headquarters, Inc. Virginia Beach, Virginia.