He estado entrando y saliendo de Al‑Anon durante al menos los últimos 20 años. Mi patrón era el siguiente: surgía una crisis con uno de los alcohólicos de mi vida y yo me presentaba a una reunión con la esperanza de encontrar nuevas tácticas para lidiar con los problemas de la persona alcohólica. Una vez que la crisis se calmaba, encontraba excusas para no regresar y el ciclo comenzaba de nuevo.

Supongo que debo haberme perdido lo que algunos miembros llaman el Paso Cero: «Sigue viniendo».

Por alguna razón, esta vez se siente diferente. Finalmente me doy cuenta de que el programa está diseñado para ayudarme a cambiar mis comportamientos, mis reacciones y mis respuestas. Punto. Tal vez mi Poder Superior finalmente me haya dado la «sabiduría para reconocer la diferencia» entre lo que está bajo mi control y lo que no. Pero una cosa es segura: puedo ver que mi definición de «amor» tenía muchos amarres y condiciones.

La persona alcohólica que más me preocupa en este momento de mi vida es mi hija adulta. He pasado la mayor parte de su vida adulta rogándole, amenazándola y manipulándola para intentar que escuche y se adhiera a las soluciones que yo tenía para su vida. Debido a que estoy atrapada en este ciclo de interacción, he sospechado de todo lo que ella me dice, y ella se ha sentido como una persona inferior debido a mis sermones sobre cómo podría enderezar su vida siguiendo el mapa que yo he trazado para ella.

Ahora, estoy tratando de desaprenderme con amor. Durante mucho tiempo, he confundido el ser permisiva con el amor. Veo cómo este programa puede ayudarme a analizar con frialdad y detenimiento mis propios comportamientos e intenciones, pero ahora me doy cuenta de que eso comienza con el Paso Cero. Tengo que practicar el lema «Sigue viniendo».

Por Leah K., Carolina del Norte

The Forum, septiembre de 2023

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