Cuando un médico diagnosticó a mi hija con alcoholismo, dijo que ese era el inicio de un largo viaje. Yo había dejado a su padre a causa de la violencia familiar relacionada con el alcohol cuando ella era muy pequeña. Trataba de ayudarla y de arreglar su vida sacándola de sus problemas financieros y cuidando a su hijo pequeño. Yo estaba exhausta. Tenía dos trabajos y estaba absolutamente desesperada por salvar a mi hermosa hija. No sabía que, al asumir la responsabilidad de mantenerla sobria, le estaba robando la oportunidad de resolver sus propios problemas.

Al principio de mi programa de Al‑Anon, reconocí que el exceso de responsabilidad era uno de mis principales defectos. Gracias a lo que aprendí en Al‑Anon, incluido el Octavo Concepto —que habla sobre la delegación de autoridad— estoy superando mi impulso de microgestionar, de lanzarme a «ayudar». Me he dado cuenta de que no tengo autoridad sobre los demás, incluida mi hija. Dejar ir mi impulso de tomar el control de la situación para poder concentrarme en mi parte de la situación me ha ayudado con las relaciones familiares, así como con el servicio en Al‑Anon.

Cada mañana de mi largo viaje de recuperación busco los libros de lecturas diarias de Al‑Anon. Mientras enchufo mi teléfono móvil al cargador solar y abro los libros electrónicos en mi pantalla, la sabiduría de esta preciosa Literatura Aprobada por la Conferencia se profundiza más en mí. El amor reemplaza al miedo. Me rindo a mi Poder Superior y siento el cálido sol recargándome a mí (y a mi teléfono). Un cosquilleo de deleite me recuerda concentrarme en mis prioridades y reemplazar la preocupación y el impulso de controlar con la confianza en los demás y en mi Poder Superior.

Por Jennifer W., Australia

The Forum, abril de 2023

 

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