Llegué a Al‑Anon poco tiempo después de que mi esposo y yo cumpliéramos diez años de casados. Lo había intentado todo para que él dejara de beber. No paró de beber, y murió de insuficiencia hepática a los 45 años. Estaba enojada, herida, sola, resentida y confundida. Estaba en un estado de ansiedad persistente porque tuve que criar a dos hijos sola y teníamos muy poco dinero. Me preguntaba cómo sobreviviríamos.

Pero seguí asistiendo a las reuniones y haciendo lo mejor que podía para vivir «Un día a la vez», tal y como escuché que dijo otro miembro. Ahora tengo 66 años. Mis hijos son ahora adultos independientes. Todavía asisto a reuniones de Al‑Anon con regularidad. Mi ansiedad nunca se va del todo, pero en las reuniones he aprendido que el ponerme nerviosa es una característica y puedo trabajar para cambiarla.

Escucho a otros miembros compartir cómo manejan las emociones de estrés y ansiedad. Observo a hombres y mujeres que viven con algunas de las mismas experiencias que yo. Escucharlos compartir sus historias me da fortaleza para reemplazar mi ansiedad con tranquilidad. También me da un pensamiento más claro y una actitud renovada. Hoy en día, mi recuperación está tan cerca como mi próxima reunión.

Por Lynn A., Connecticut

The Forum, abril de 2020