Cuando asistí a mi primera reunión de Al‑Anon, mi objetivo era obtener del programa una lista de referencias que pudiera usarse para guiar a mis dos hijos alcohólicos por el camino de la recuperación. Consideraba el alcoholismo como un hábito de exceso que podía superarse siguiendo los buenos consejos de personas que conocían las respuestas. Antes de que se terminara la primera reunión, me di cuenta del error que había cometido sobre la enfermedad del alcoholismo.

Después de cada reunión, la verdad sobre el alcoholismo se me hizo más obvia y comencé a aceptar el hecho de que solo mis hijos podían controlar su adicción al alcohol. Mi esposa y yo no podíamos proporcionar lo que queríamos para nuestros hijos.

Cuando las semanas se convirtieron en meses y los meses en años, comencé a aceptar la dura verdad de que mis hijos gemelos tenían una enfermedad con la que tendrían que lidiar. Mi aceptación final de ese hecho me hizo comprender que mi presencia en las reuniones era para mí y no para mis hijos. Esa aceptación, tan difícil al principio, es ahora lo que me ayuda a intentar vivir cada día al máximo.

Por Leroy D., Virginia

The Forum, junio de 2021

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