Siempre he sido una persona solitaria e independiente, y en control de mi vida. Crie a mis dos hijos sola y consideraba que yo era una madre exitosa. Después de todo, la crianza que yo tuve había sido tan desagradable que, si tan solo hacía lo opuesto de lo que hicieron mis padres, haría todo de manera perfecta. Pero algo pasó en mi camino hacia la perfección. Mi hija recurrió al alcohol durante su pubertad para automedicarse por un trastorno de bipolaridad. Mientras ella entraba en los difíciles años de la adolescencia, traté de encubrir el desorden y el caos que se estaba apoderando de nuestro hogar. Después de todo, desde fuera, nuestra familia parecía competente y exitosa.

Compartir la historia de mi vida con otros era algo que había descartado. Pero, tras ver el progreso de un pariente que estaba en recuperación, decidí unirme a Al‑Anon a regañadientes. Durante la primera reunión, me di cuenta de que mis emociones no eran únicas. Escuché experiencias que eran iguales a las mías. Ya no sentía que estaba sola, intentando poner las cosas en orden en mi familia yo sola. Al principio, trabajé los Doce Pasos de Al‑Anon con mi cabeza, pero no con mi corazón. Me tomó algún tiempo darme cuenta de que la clave para la serenidad era tener paciencia y práctica. Estaba tan acostumbrada a enfrentar el caos, que al principio la serenidad pareció algo aburrida, pero con el tiempo se convirtió en un estilo de vida reconfortante, y continúa siéndolo hoy en día.

El lema más importante para mí durante esa primera reunión fue «sigue viniendo». Con el tiempo, ir a las reuniones se convirtió en un hábito. Uno de los lemas en particular salvó mi sano juicio y también el de mi hija: «Quédate con lo que te agrada y desecha el resto».

Por Carolyn K., Ohio
Al-Anon se enfrenta al alcoholismo 2019