Antes de llegar a Al-Anon, sentía que mi trabajo era asegurarme de mantener mi hogar funcionando de manera estable. Aquella era una tarea enorme, especialmente al vivir con un alcohólico activo. Estaba en vigilancia constante de las botellas y las excusas, y estaba lista para culpar a todo el mundo por cuán miserable era mi vida. Me sentía tan sola. Pensaba que nadie más podría entender cómo era mi vida. Entonces alguien sugirió que fuera a Al-Anon. Genial, pensé, puedo aprender cómo hacer que mi alcohólico deje de beber. Ahora sé que yo no era muy distinta a otros recién llegados.

Tuve que enfrentar mi propia incapacidad. Fue un alivio aprender que yo no había causado el alcoholismo de mi ser amado, no puedo controlarlo y no puedo curarlo. Solo puedo aprender a cuidar de mí misma. Antes no sabía que tenía opciones; que no tenía que participar de los mismos antiguos bailes y escenarios. En vez de ello, podía irme a caminar, ver una película, ir a tomar café o ir a una reunión. Mi vida es tan diferente ahora. Solo cambio aquello que me toca cambiar: lo que pienso, digo y hago.

Por Rose B., Rhode Island

The Forum, mayo de 2019