Al llegar a mi primera reunión de Al‑Anon, estaba nerviosa, por no mencionar 15 minutos tarde. Me senté y comencé a hablar. Después de la reunión, la gente se acercó y me abrazó, me agradeció por venir y me dijo: «Sigue viniendo». Ahora, casi un año y medio después, sigo viniendo.

Salí de esa reunión sintiendo una especie de paz y relajación que no había sentido antes. La gente estaba feliz, riendo y hablando. Quería estar más rodeada de eso. Es parte de la razón por la cual seguí viniendo. También seguí regresando porque sabía que la enfermedad del alcoholismo me había afectado lo suficiente y estaba lista para terminar con el ciclo de tristeza, ira y soledad que había estado sintiendo toda mi vida.

Como hija adulta de una madre alcohólica, y con varias generaciones de alcohólicos antes que ella, finalmente comencé a ver cómo esto realmente era una enfermedad familiar y una enfermedad de las relaciones personales. Cuanto más asistía a las reuniones, más aprendía sobre mí misma, sobre el alcoholismo y sobre cómo llevar una vida más feliz y serena. Mientras sigo asistiendo a las reuniones, incluso presidiéndolas de vez en cuando, sé que no solo romperé el ciclo, sino que seré una persona que reiré y hablaré con felicidad, tal y como yo quería ser cuando entré por primera vez a una reunión de Al‑Anon.

Por Sasha S.

The Forum, septiembre de 2020

 

Puede reimprimir este artículo en su sitio web o en su boletín junto con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con el permiso de The Forum, Al-Anon Family Group Headquarters, Inc. Virginia Beach, Virginia.