Una vez leí que el 80 por ciento de las personas realizan cambios por desesperación, mientras que solo el 20 por ciento cambia por inspiración. Cuando asistí a mi primera reunión de Al‑Anon, ciertamente no me sentía inspirada para cambiar, sino que sentía desesperación. La verdad es que el dolor puede ser un gran motivador para el cambio. No puedo decir que el cambio fue fácil para mí, ni que sucedió de la noche a la mañana. Al asistir a las reuniones de Al‑Anon semana tras semana, comencé a buscar la camaradería, la amistad y la serenidad que recibía de nuestro grupo.
Seguí viniendo, no solo por las personas que conocí, los maravillosos lemas que escuché (que realmente marcan la diferencia), los relatos compartidos y las lágrimas que todos derramamos. Aunque todo eso fue invaluable, lo que «selló el trato» fue la reconexión con mi Poder Superior. Recuerdo que lloré al final de mi primera reunión cuando la persona que coordinaba la reunión dirigió la clausura diciendo: «¿Quién nos ama?». No había sentido el amor de mi Poder Superior en años, pero ahora sentía un vínculo con Dios que esperaba con ansias cada semana.
Hoy practico el lema «Sigue viniendo» cuando voy a la reunión en el club. Digo bromeando que: «Nadie quiso ser miembro de Al‑Anon al principio, pero de alguna manera nos alegra que lo seamos ahora». Sigo creciendo para convertirme en la persona que deseo ser, al tiempo que ayudo a los nuevos miembros de Al‑Anon a encontrar esperanza cuando parece que no hay ninguna. En la vida, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Al‑Anon me ha dado la paz y la serenidad que buscaba desesperadamente, simplemente porque seguí viniendo. Después de todo, ¡yo valgo y merece la pena que haga este esfuerzo por mí!
Por Anónimo
The Forum, septiembre de 2025
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