En Alateen y Al-Anon aprendemos que nosotros no causamos la enfermedad del alcoholismo, no lo podemos controlar, ni lo podemos curar. Nosotros no podemos hacer nada directamente para lograr que el alcohólico deje de beber. Lo único que la persuasión, la reprensión, los amargos momentos de silencio y las lágrimas pueden lograr es poner al alcohólico a la defensiva y aumentar su sentimiento de culpa, lo que tal vez nos llegue a producir más problemas.