Las designaciones de las reuniones pueden resultar confusas tanto para los recién llegados como para los miembros antiguos. Algunas son bastante claras, como «Familiares y amigos únicamente» o «Familiares, amigos y observadores son bienvenidos». Pero ¿qué pasa con todos los demás: hombres, mujeres, padres de alcohólicos, personas de color, adultos jóvenes, ¿etcétera? Nuestra Tercera Tradición dice: «Cuando los familiares de los alcohólicos se reúnen para prestarse mutua ayuda, pueden llamarse un Grupo de Familia Al‑Anon, siempre que, como grupo, no tenga otra afiliación. El único requisito para ser miembro es tener un pariente o amigo con un problema de alcoholismo». ¿Cómo las reuniones con designaciones específicas centradas en los tipos de participantes se ajustan al «único requisito para ser miembro»?

Cuando comencé a venir a Al‑Anon, me concentré en todas las diferencias entre otros miembros y yo. ¡Pensaba que era demasiado joven porque tenía 36 años! Mi enfermedad me decía que todos los antiguos miembros (¡viejos y canosos como soy yo hoy en día!) que anunciaban con orgullo que habían estado en Al‑Anon durante 20 y 30 años eran simplemente ineptos a la hora de poner en práctica estos sencillos Doce Pasos en sus vidas. Pero descubrí que desentrañar los comportamientos y actitudes de esta enfermedad familiar no puede ocurrir simplemente de la noche a la mañana… ¡porque no llegaron allí de la noche a la mañana! Estoy muy agradecida por la paciencia que tuvieron conmigo.

Mi enfermedad también me convenció de que yo no pertenecía. Yo era (y sigo siendo) una activista, una judía puertorriqueña y una profesional con educación universitaria. ¿Cómo podría relacionarme con los demás o ellos conmigo? ¡Éramos demasiado diferentes! Cuando llegué a Al‑Anon, no me valoraba, y no podía imaginar cómo ese sentimiento podía cambiar. Sin embargo, sentía alivio cada vez que asistía a una reunión. No fue hasta que escuché ese constante mensaje de Al‑Anon que finalmente entendí: el enfoque o las designaciones de los participantes en una reunión no son tan importantes como el hecho de que estamos aquí para ayudarnos y apoyarnos unos a otros, porque todos hemos sido afectados por el alcoholismo de otra persona.

A veces tal vez nos sintamos más cómodos y seguros en una reunión donde hay personas que hayan experimentado desafíos de vida similares relacionados con la enfermedad familiar del alcoholismo. Sin embargo, cuando llegamos a cualquier reunión de Al‑Anon y escuchamos las palabras: «Bienvenidos al Grupo de Familia Al‑Anon […]. Esperamos que encuentren en esta hermandad la ayuda y la amistad que nosotros tenemos el privilegio de disfrutar», recibimos el constante mensaje de esperanza de Al-Anon. Ah… ¡qué alivio!

Yo era bienvenida sin importar a qué reunión fuera, independientemente del enfoque de los participantes en la reunión, debido a lo que afirma la Tercera Tradición. En muchas ocasiones, no he podido identificarme con algunos de los relatos compartidos en una reunión que tenía un enfoque especial de los participantes, pero sí me he identificado con el mensaje de esperanza que prevalece cuando los miembros narran cómo practican los principios de Al‑Anon en todas sus acciones. Esto no ha sido diferente a leer algo de nuestra Literatura Aprobada por la Conferencia de Al‑Anon desde la perspectiva de, digamos, el esposo de un alcohólico o un miembro de la comunidad LGBTI. Aunque no soy como ellos, no descarto el mensaje; busco lo que puedo aprender para aplicarlo a mi situación. También debo considerar si yo les estoy dando la bienvenida o no a los miembros que son diferentes a mí cuando llegan a la reunión de mi grupo base.

Pertenezco a Al‑Anon, porque soy hija, nieta, sobrina, prima, hermana, esposa y madrastra de alcohólicos. Si bien muchos de los alcohólicos activos en mi vida han fallecido, sigo viviendo y amando a un esposo alcohólico sobrio desde hace mucho tiempo y a un hijastro recientemente sobrio. Necesito recordar que los efectos de la enfermedad familiar del alcoholismo permanecen en mis acciones y actitudes, y que, cuando me reúno con otros familiares de alcohólicos para ayudarnos mutuamente, encuentro ayuda y amistad. Estoy agradecida por el programa de Al‑Anon y por mi Poder Superior, que me ayudan a conocer el trabajo que debo continuar, para estar siempre dispuesta a ofrecer ayuda y esperanza con las manos extendidas.

Por Sue P., Directora adjuntaServicios a los grupos

The Forum, enero de 2024

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