No hubo un alcohólico activo en mi vida durante más de 35 años, pero sucedió un evento de pérdida y traición que no tenía nada que ver con el alcohol. Este evento hizo que todas mis decisiones, pérdidas y heridas pasadas aparecieran como corchos en el agua. Tenía muchas dudas y aversión, y me culpaba por asuntos sobre los que no tenía control.

Un amigo sugirió que podría beneficiarme de Al‑Anon. Aunque no entendí la conexión, señaló que muy posiblemente mi crianza alcohólica contribuyó a cómo veía todo y a todo el mundo. Acepté intentarlo.

En la primera reunión, encontré un ambiente como ningún otro. No hubo juicio ni crítica, solo aceptación. Había personas que hablaban de sí mismas pero que parecían conocer mi historia. Sabía que estaba en el lugar correcto. También comencé a asistir a un segundo grupo, donde encontré el mismo nivel de aceptación. Entonces comencé a sanar.

Cuando me preguntan si acabo de llegar a Al‑Anon, respondo que estar aquí se siente como si entrara en un charco de agua que siempre tiene la temperatura perfecta: fresco y refrescante cuando estoy molesto o enojado; cálido y relajante cuando tengo frío y siento soledad.

Las reuniones y la literatura de Al‑Anon son como aire y agua para mí. No podría prescindir de estos instrumentos más de lo que podría dejar de respirar aire o beber agua. Es un consuelo saber que, durante toda mi vida, y dondequiera que vaya, Al‑Anon estará ahí para mí.

Por Anónimo

The Forum, diciembre de 2020

 

 

Puede reimprimir este artículo en su sitio web o en su revista junto con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con el permiso de The Forum, Al-Anon Family Group Headquarters, Inc., Virginia Beach, Virginia.