Al criarme en un hogar alcohólico, aprendí a enfocarme en la manera en que mi papá llegaba a casa y si mi mamá iba a estar triste o enfadada. Aprendí a preocuparme por mi hermana cuando no llegaba a casa por la noche y aprendí a hacer cosas por otras personas que ellas bien podían hacer por sí mismas. Estaba llena de miedo y ansiedad, y no comía ni dormía bien. Trataba de estar tranquila cuando mi papá estaba en casa, y trataba de consolar a mi mamá cuando ella se sentía molesta. No obstante, no tenía idea de cuáles eran mis propias necesidades y no podía ver un futuro para mí. Un día mi Madrina me escuchó al contarle todos mis problemas y luego me preguntó qué iba a hacer ese día para cuidarme. Le dije que había decidido dar un paseo o ver una película. Al día siguiente, ella me preguntó cómo me había ido con el paseo o la película. Empecé a darme cuenta de cuáles eran mis necesidades, a dejar de enfocarme en los demás y a enfocarme en mí misma. Y la vida comenzó a mejorar.

Al trabajar en los Pasos, pude calmar la ansiedad y el temor. Hablé con mi Madrina, en lugar de tratar de obtener consuelo de personas que no eran capaces de darlo. Aprendí a ocuparme de mis propios asuntos y a cuidarme todos los días. Hoy continúo hablando con mi Madrina, escribo sobre el trabajo en los Pasos y asisto a las reuniones. Me cuido comiendo y durmiendo bien, ocupándome de mis propios asuntos y ayudándoles a los demás en Al-Anon. Esos pasos sencillos que seguí al principio de mi recuperación continúan siendo una fuente de consuelo y crecimiento para mí. Siempre le estaré agradecida a Al-Anon por darme una vida maravillosa y útil.

Helen B. – Montana
The Forum, diciembre de 2017