Miré por la ventana un helado día de febrero, y la escena que tenía ante mí era aburrida y sin color. La nieve volaba, el suelo se cubría de blanco y los árboles grises y desnudos se tambaleaban con el viento con un aire de abandono. Acababa de terminar una llamada telefónica con mi hijo alcohólico porque uno de mis comentarios lo enfureció. Me sentía desconcertada, pero usé mis instrumentos de Al‑Anon para decidir que era mejor no involucrarme. Sé que no me tengo que involucrar en un comportamiento hiriente. Recibí docenas de mensajes de texto y llamadas telefónicas de él después de que colgamos, y finalmente tomé la decisión de silenciar mi teléfono.
Cuando volví a mirar por la ventana, mi Poder Superior me recordó que la oración, las reuniones de Al‑Anon y la literatura podrían ayudarme a ver que debajo de la nieve y la tierra hay bulbos de flores que pronto brotarán con colores vibrantes. «Esto también pasará». Puedo confiar en que brotarán la grama verde, las hojas y las flores de colores.
Más temprano esa mañana, había asistido a una reunión electrónica de Al‑Anon. Una de las lecturas fue de la página 85 de Valor para cambiar (SB-16), la cual me dio una perspectiva saludable de mi llamada telefónica con mi hijo. Aclaró ante quién soy responsable y de qué soy responsable (yo misma) y quién y qué no soy (mi hijo alcohólico). Esa página estaba llena de verdades y una sabiduría fructífera, lo que me dio un respiro en medio de la locura de mi ser querido. Le agradezco a Al‑Anon por darme el punto de vista de una paleta de colores más brillantes para mi vida. Hoy, floreceré donde esté sembrada, sabiendo que hay ayuda y esperanza en Al‑Anon.
Por Joan K., Illinois
The Forum, febrero de 2022
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