Siempre sentí que era una persona amorosa, pero a menudo vivía reaccionando a la vida en vez de respondiendo a ella.
Me preguntaba por qué no podía cambiar al alcohólico, así que trataba de esforzarme más. Me aseguraba de que la casa estuviese limpia y de que todas las comidas fueran deliciosas y estuvieran listas a tiempo. Me aseguraba de verme lo mejor que podía cuando salíamos juntos. Me obsesionaba con tratar de satisfacer las necesidades de otros. Durante algunos años, me sentí necesitada y apreciada, pero perdí algo en el camino: a mí misma.
El programa de Al-Anon se convirtió en un viaje de descubrimiento. Un amigo me preguntó una vez qué era lo que me gustaba hacer. Cada vez que pensaba en algo, me daba cuenta de que a mi esposo le gustaba hacer eso y yo había aprendido a que me gustara también. Comencé a preguntarme quién era realmente y qué era lo que me hacía feliz. Comencé a preguntarme si yo podía encontrar a esa persona feliz que una vez fue parte de mí. Comencé a hacer cosas que me complacieran a mí todos días. Por ejemplo, limpiaba la casa porque me gustaba tenerla limpia, no porque quería que otra persona se diera cuenta. Cocinaba una comida porque me gustaba disfrutarla. Iba a trabajar porque me gustaba hacer lo que hacía. Desperté a mi propia vida, y hoy en día acepto que soy magnífica solo por estar aquí.
Por Rosemarie B., Alberta
The Forum, junio de 2018