En un momento en mi recuperación me di cuenta de que me faltaba algo, de que había algo que no estaba en equilibrio. Era consciente de mis defectos y estaba más dispuesta a hacer reparaciones y a cambiar. Emergió una imagen de mí pelando las capas de una cebolla. Eso me hizo preguntarme: «¿Y ahora qué?».

Una vez más, mi Poder Superior me había planteado un reto: seguir creciendo. Yo era algo más que los defectos, y el Cuarto Paso me había pedido que viera mis virtudes, puntos fuertes y dones. Así que, durante mi tiempo de silencio matutino con mi Poder Superior, acepté el reto de parecerme más a mí misma, al «yo» que mi Poder Superior sabe que hay en mí. Con temor, admití que tenía dones y talentos. El siguiente paso fue recitármelos a mí misma y creer que esa era mi verdad. No fue fácil, y a veces me sentía como una impostora. Y ahora aparecía el despertar más aterrador de todos: tenía que utilizarlos.

Este ha sido mi reto y mi alegría. Me hizo falta valor para dar un paso hacia mi nuevo mundo, lo que significaba que tenía que asumir riesgos. De nuestra literatura extraigo la conclusión de que merece el esfuerzo buscar el crecimiento, aunque sea doloroso. Solía pensar que solo los famosos tenían talento, que solo los músicos, los actores, los artistas y los deportistas tenían dones. Hoy sé que eso no es cierto. En uno de nuestros libros de la Literatura Aprobada por la Conferencia hay una lectura maravillosa que me dice que todos tenemos dones, y esto me reconfortó.

Hoy, utilizo la rosa como mi imagen del crecimiento. Comienza como un capullo apretado. Poco a poco, se hace visible un matiz de color y luego aparecen lentamente los pétalos. Y a medida que el sol brilla sobre ella, la rosa despliega más pétalos y su color se vuelve más profundo hasta que alcanza su plena magnificencia. Este es mi viaje ahora, sentarme en el calor de mi Poder Superior y desarrollar mis talentos.

Por Janet H.

The Forum, mayo de 2025

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