Antes de asistir a Alateen, a menudo me sentía sola y solitaria. No quería que nadie fuera de mi hogar disfuncional supiera con lo que estaba viviendo. Siempre trataba de esconderme o quería desaparecer en las sombras, con la esperanza de que mi terrible secreto nunca saliera a la luz.

Un día, mi mamá me compartió que mi papá tenía una enfermedad (alcoholismo) y que afectaba a toda la familia. En ese momento, no sabía por qué estaba siempre triste y asustada y sintiéndome aislada del mundo. Mi mamá me prometió que, si iba a Alateen, comenzaría a sentirme mucho mejor. En mi primera reunión, leímos de un libro rojo, Alateen: un día a la vez (SB-10). A medida que pasaba cada semana y seguíamos leyéndolo, siempre me sorprendía la facilidad con la que podía relacionarme con las historias y los sentimientos expresados.

Con el paso de los meses, me di cuenta de que la promesa de mi madre se estaba haciendo realidad. Ya no me sentía sola y mi tristeza comenzó a desvanecerse tan rápido como aparecía. Con los instrumentos presentados en el librito rojo, comenzaba a sentirme mejor día a día. Después de casi un año en Alateen, mi mamá me compró mi propio libro de Alateen: un día a la vez, como regalo de Navidad. Inscrito estaba: «Lee esto para tu salud y felicidad. Con amor, Mamá».

Hoy, todavía tengo mi libro de Alateen, excepto que ahora está en la habitación de mi hijo, donde él sabe que puede abrirlo en cualquier momento si está luchando con sus sentimientos o comienza a sentirse solo. Con este libro, hemos podido transmitir de generación en generación cómo vivir en recuperación y no vivir en la enfermedad. Estoy eternamente agradecida.

Por Rita, Ontario

The Forum, octubre de 2022

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