Mi esposo y yo hemos sido miembros agradecidos de Al‑Anon durante diez años. Cuando empezamos a asistir al programa, me sentía débil y con miedo porque acabábamos de enterarnos de que nuestro hijo era alcohólico. También acabábamos de enterarnos de que estaba gravemente enfermo debido a la cantidad de alcohol que bebía. Ir a las reuniones y aprender sobre el alcoholismo nos ayudó a entender lo que le estaba pasando a nuestro hijo. Durante este tiempo, comencé a sentirme más fuerte. Después de algunos años en el programa estudiando los Pasos, las Tradiciones y los Conceptos de Servicio, comencé a pensar más sobre el origen de la fortaleza que sentía.

Hace unas semanas, leí un artículo sobre las secuoyas rojas de California. Crecen a grandes alturas y tamaños, sin embargo, solo tienen una raíz base de seis a diez pies. ¿Cómo resisten el paso de las tormentas y los fuertes vientos?, me pregunté. Seguí leyendo para descubrir que crecen tan juntos unos de otros que sus raíces se entrelazan con las raíces de otros árboles. Cuando llegan las tormentas y los vientos, se apoyan y sostienen mutuamente. ¡Qué hermosa imagen para describir nuestro programa de Al‑Anon!, pensé. Esto es lo que hacemos como grupo.

Gracias a la fuerza, el amor y la esperanza de este programa, pude mantenerme firme cuando llegaron las tormentas y soplaron los vientos durante el viaje de nuestro hijo. Cuando perdimos a nuestro hijo hace tres años, me sentí débil nuevamente. Pero nuestros amigos en Al‑Anon se mantuvieron a nuestro lado y continúan manteniéndonos fuertes. Siempre estaré agradecida por este programa. Cuando pienso en nuestro programa, siempre recordaré la fuerza de las secuoyas rojas.

Por Donna M., Iowa

The Forum, julio de 2023

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