Cuando mi esposo se jubiló, su comportamiento cambió. Yo no podía entender lo que ocurría, sobre todo cuando se volvía verbalmente agresivo hacia mí por cosas triviales. Encontré una historia en internet de alguien que describía lo que ella llamaba un alcohólico seco. Las conductas que ella enumeró coincidían con las de mi esposo, y ella sugirió asistir a Al‑Anon. Mi primera reunión fue difícil. Llegué temprano y me senté en mi vehículo, temerosa de entrar. Tenía mucha vergüenza por no poder manejar esta situación por mí misma. Casi regreso a casa, pero algo profundo dentro de mí me dio la valentía que necesitaba para quedarme.
El grupo me acogió con amabilidad; sin embargo, pronto me di cuenta de que los miembros de esta reunión no encajaban bien conmigo. Me armé con una lista de reuniones alternas en nuestra Zona, y comencé probando otras reuniones. Aun así, me tomó mucho esfuerzo llegar a mi segundo lugar de reunión, pero fue mucho más fácil que la primera vez. Comenzaba a ver que asistir a reuniones no era un acto de cobardía, sino un acto de valentía. Ahora sé que no estoy sola y que cada persona que comparte me está ayudando a descubrir las dimensiones de fortaleza dentro de mí.
Por Mary, Columbia Británica
The Forum, abril de 2019