Vine a Al‑Anon como una manera de lograr que mis hijos fueran a Alateen. Les dije que primero lo iba a probar. Hasta ese momento, habíamos estado viviendo con el alcoholismo activo durante diez años. Tenía miedo de ir, pero tenía que mostrarles a mis hijos el camino. Sinceramente estaba muy enojada por tener que ir a Al‑Anon. Yo no era la que tenía el problema con la bebida. Mi esposo era el alcohólico.
En mi primera reunión, tenía demasiada ira dentro de mí. Todavía estoy sorprendida de que la gente no corriera hacia la puerta. En su lugar, asintieron con la cabeza, me dijeron que me entendían, y me dijeron que siguiera viniendo.
Sentí alivio a partir de esa primera reunión. Era agradable saber que no estaba sola, y que no estaba loca. Seguí viniendo, y encontré esperanza, alivio y consuelo.
Tengo un largo camino por recorrer, pero ya he vivido un milagro en Al‑Anon. Ya no he vuelto a enojarme. He llegado a observar claramente que mi esposo es un hombre muy enfermo, pero puedo optar por ser feliz y saludable.
Hoy en día, mi enfoque no está en componerlo a él, sino en ser la persona que quiero ser. Al‑Anon me ha hecho una mejor madre y una mejor persona. Estoy muy agradecida por este programa. El mismo me ha salvado la vida.
Por Kim W. – Wisconsin
Al-Anon se enfrenta al alcoholismo 2017