Antes de llegar a Al-Anon, me había cubierto a mí misma con tantas capas de negación que sentarme en un salón y admitirme la verdad a mí misma —y mucho menos a extraños— parecía una locura. Parte de mí quería aferrarse a la negación y parte de mí sabía que ya no podía continuar con la locura de tratar de controlar mi propia vida ni el comportamiento de nadie más.
Al principio, pensaba: ¿Cómo llegué a este punto? Esas primeras reuniones eran difíciles porque tenía que mirar mi situación directo a la cara y no me gustaba mucho. Antes de llegar a Al-Anon, me sentía completamente avergonzada por mi comportamiento, y eso me hizo sentir distanciada y aislada. En las reuniones, sin embargo, me sentía aceptada; yo pertenecía sin importar lo que había ocurrido en el pasado. Fui a muchas reuniones al principio porque las necesitaba para mantenerme bien encaminada.
Cuando mis amigos o mi familia me decepcionaban, los instrumentos del programa siempre estaban ahí. Crearon un sentido de apoyo constante en mi vida que me permitió contemplar la posibilidad de sentirme mejor de verdad. Desde entonces, he aprendido que no tengo que cargar tanta vergüenza acerca de lo que había hecho. No tengo que castigarme a mí misma por haber estado en negación en el pasado. Puedo enfrentarme a seguir adelante «Un día a la vez», y eso significa que no tengo que tener todas las respuestas. Al concentrarme en los pasos adecuados para un solo día, aprendí que ya no tengo que cargar con mi negación y vergüenza; verdaderamente puedo comenzar a vivir de nuevo.
Por Kate L.
The Forum, mayo de 2019