Mi historia comienza cuando me di cuenta de que mi padre tenía un problema. Bebía todos los días y tenía estados de ánimo conflictivos —ya fuera borracho y enojado, o dormido—. A veces, yo regresaba de la escuela y él nos gritaba a mis dos hermanos menores y a mí. Otras veces, se quedaba dormido por el resto de la noche, y teníamos que hacer la cena nosotros mismos.
Cuando comencé a asistir a Alateen, me di cuenta de que yo no era el problema y no podía cambiarlo. Aprendí maneras de lidiar con el problema de beber de mi padre. Antes de Alateen, pensaba que su bebida era culpa mía. Mis calificaciones estaban bajando porque me sentía estresada pensado en el estado de ánimo que tendría mi papá cuando yo llegara a casa. No estaba prestando atención en clase. No podía hacer la tarea porque estaba ocupada peleando y gritándole a mi papá.
Hoy, desde que asisto a Alateen, soy un estudiante con calificaciones de «A» y «B». No tengo que preocuparme por lo que pudiera enfrentar al llegar a casa porque sé cómo hacerle frente a eso.