Muchas personas crecieron con un padre alcohólico y creyeron haber dejado eso en el pasado; sin embargo, eso a veces las deja afectadas en sus relaciones y en su trabajo. Otras se casaron con una persona alcohólica, pero no vieron la forma en que eso contribuía a que su matrimonio fuera disfuncional e infeliz. Algunas se casan con una persona alcohólica y se divorcian, una vez más pensando que con eso se deshacen del problema, pero se dan cuenta de que sus relaciones continúan siendo afectadas. Algunas están deprimidas, otras están nerviosas. Muchas veces, se presentan problemas de control.
Cada vez que alguien viene a consulta por primera vez, ya sea una persona adulta o un niño, obtengo un historial de la familia sobre enfermedades mentales y problemas de alcohol y de drogas. Si alguien vive con un alcohólico que actualmente bebe, y si esa persona está consciente en parte del problema que esto representa, la remito a Al‑Anon de inmediato. Si alguien se crio en medio del alcoholismo, puedo esperar unas cuantas sesiones, hasta que asociar el alcoholismo con sus problemas actuales tenga sentido.
En todos estos años, he tratado de decirles a las personas varias cosas, pero últimamente les digo a mis clientes lo que observo: las personas que vienen a terapia y van a Al‑Anon, si lo necesitan, simplemente mejoran más rápido. De hecho, más de un cliente ha estado en terapia o con medicamentos anteriormente, pero cuando además de eso van a Al‑Anon, eso marca una gran diferencia. Después de sugerirles que vayan a Al‑Anon, les doy un ejemplar del horario de reuniones locales de Al‑Anon y un ejemplar de la revista Al‑Anon se enfrenta al alcoholismo.
Les insisto, si inicialmente no van, y sigo pidiéndoles que vayan. Una mujer, quien después de todo fue a Al‑Anon, más tarde me dijo que había ido solo para que yo dejara de pedirle que fuera. Eso cambió su vida y la vida de sus hijos, y ella continúa siendo miembro de Al‑Anon hasta el día de hoy.
Virginia Fowkes Clark, Ph.D., Psicóloga Clínica
Stow, Ohio