Cuando me di cuenta de que mi hijo de 15 años bebía, lo puse en un programa de tratamiento. El personal de la instalación me recomendó que asistiera a Al‑Anon. Mi primer pensamiento fue: ¿Cómo es que tengo que hacer algo más para ayudar a mi hijo? Ya lo estaba llevando a tratamiento tres días a la semana, llevándolo a reuniones, llevándolo de ida y vuelta a la escuela y monitoreando todo su tiempo. Además de esto, trataba de criar a dos niños más pequeños y mantener nuestro hogar. No tenía idea de cómo podría hacer una cosa más en un horario que ni siquiera tenía espacio para lo que ya estaba tratando de lograr. Sin embargo, me di cuenta de que lo que estaba haciendo no lograba que mi hijo estuviera sobrio, porque su enfermedad progresaba a pesar de todos mis esfuerzos.
Desesperada, asistí a mi primera reunión de Al‑Anon. Mientras escuchaba a la gente compartir sus propias experiencias, comencé a comprender que mis esfuerzos no iban a causar un cambio instantáneo en su enfermedad. Seguí viniendo a las reuniones y comencé a cambiar algunas de las cosas que estaba haciendo. Controlar a mi hijo constantemente no había detenido su alcoholismo, así que comencé a sacar tiempo para mí y los otros miembros de la familia. Gritar, llorar, negociar y castigar tampoco detuvo su alcoholismo, así que dejé de hacer esas cosas también.
Hubo muchos días y noches de dolor, en los cuales mi miedo por mi hijo afectaba mi vida diaria. Pero conseguí una Madrina, comencé a trabajar los Pasos, a leer la Literatura Aprobada por la Conferencia, asistía a las reuniones con regularidad y desarrollaba una relación con mi Poder Superior. Llegué a comprender que hacer de Al‑Anon parte de mi propia vida no era hacer más, era hacer las cosas de manera diferente. Las cosas que aprendí en Al‑Anon me ayudaron a identificar mis intenciones y a comprender que rescatar a mi hijo de las consecuencias de su enfermedad no lo estaba ayudando a él ni a mí. También aprendí a trabajar en una relación amorosa con mi hijo.
Hoy, después de varios años de alcoholismo, mi hijo está sobrio. Ahora es un adulto y tenemos una relación de amor y respeto. Me he convertido en una mejor madre y persona al asistir a Al‑Anon y aplicar los principios del programa en todas las áreas de mi vida.
Por Tracy G.
The Forum, noviembre de 2021
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