Cuando una persona está fuera de control, tiene sentido evitar el contacto con ella, si es posible. No tiene ningún sentido discutir o pelear con alguien que está bebiendo. Puede ser que sea necesario salir de la habitación o de la casa por algún tiempo. Comunícate con alguna persona de confianza. Puede ser un pariente, un consejero espiritual, un orientador escolar, un maestro o la policía. Planea con anticipación y ten a mano el número de teléfono de un lugar seguro donde dispongan de ayuda.