En mis primeras reuniones de Al‑Anon, me sentía enojada. La corte me había ordenado que asistiera, y yo pensaba que no necesitaba ir. Me sentaba en las reuniones con los brazos cruzados, pensando: «¿Qué tienen en común estas personas conmigo?»

Luego leímos en voz alta: Cómo ayuda Al‑Anon a los familiares y amigos de los alcohólicos (SB‑22). Me senté en la silla, dejé de cruzar los brazos y por primera vez escuché. Oí decir: «Perdemos la capacidad de decir que no». Eso lo logró. Estas personas son tal como soy yo. Comprenden mis dificultades.

Ahora, espero ansiosa las reuniones. Estas personas que una vez fueron extrañas, incluso los recién llegados, son mis amigos.

Misty C. – California
Al‑Anon se enfrenta al alcoholismo 2018