Durante mucho tiempo, el único poder que sentía que tenía era el de enfurecerme. Me sentía incapaz de afrontar el alcohol en todos los demás sentidos. Es interesante que creo que estoy a cargo y que intimido a los demás cuando me enfado porque, en realidad, la ira me tiene agarrado por los hilos como si fuera su títere. La ira es una emoción humana normal, pero si no tengo una manera adecuada para canalizarla, entonces solo contribuye a la destrucción. Y ahí era a donde había llegado: a la destrucción. Nada bueno salía de esos momentos de rabia.
El alcoholismo de mi pareja le había costado muchas cosas. Parecía que preferiría hacer cualquier cosa antes de admitir que era incapaz de afrontar sola el alcohol y encontrar en ese punto la fuerza que llega con la rendición. En mis momentos de ira, yo también necesitaba rendirme y darme cuenta de que era incapaz de afrontar solo el alcohol y que mi vida se había vuelto ingobernable, como dice el Primer Paso.
Finalmente, escuché la voz interior que me decía que regresara a Al‑Anon. Una tarde ocurrió una situación en la que normalmente me hubiese enojado y seguramente habría estallado una pelea terrible. Sin embargo, simplemente no dije nada. Me subí al auto y me distancié de la situación. Ya no tenía idea de qué hacer. Entonces vi un cartel de Al‑Anon en la ciudad y supe lo que tenía que hacer.
El solo hecho de estar aquí en las reuniones me ha dado mucha esperanza y me ha hecho sentir apreciado. Creo que simplemente cruzar la puerta para asistir a una reunión es el primer paso hacia la sanación. Al reflexionar sobre el Primer Paso la semana pasada, me sentí más en paz. Sé que, cuando las cosas se tornen ingobernables otra vez, solo tengo que recordar que, cuando me cuido y dejo de intentar controlar a los demás, la ira se disipa y la paz ocupa su lugar.
Por Anónimo
The Forum, agosto de 2024
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