Cuando llegué a Al‑Anon por primera vez, me llamó la atención el lema «Que empiece por mí». Sentí como si esas palabras en particular, en ese orden en particular, fueran la esencia de lo que me llevó a mi primera reunión.

Recuerdo un momento con claridad. Estaba en medio de la cocina hablando con mi hija adolescente. Sabía que ella estaba molesta conmigo por algo y me sentía tan incómoda con esta idea, que le supliqué que me dijera si estaba enojada conmigo. Su rostro se suavizó y empezó a disculparse.

Antes de que ella terminara de hablar, sentí como si estuviera fuera de mi propio cuerpo, observando cómo se desarrollaba la interacción. Inmediatamente, recordé mi infancia, en la que tenía un exceso de responsabilidades. Me vi a mí misma entonces, incapaz de sentir mis propias emociones, preocupándome únicamente por las de mi madre alcohólica. Me di cuenta de que, en ese momento, yo no había sido responsable de los sentimientos de mi madre, al igual que mi hija no era responsable de mis sentimientos en el presente.

Ella merece experimentar sus sentimientos y que se valide lo que ella siente. Como su madre, soy responsable de comprender por qué yo me siento incómoda ante su frustración conmigo o su infelicidad por mis decisiones. Al aceptar esta responsabilidad, puedo permitir que el trauma generacional termine aquí.

Al reemplazar las estrategias de crianza inadecuadas que aprendí en mi hogar con los principios del programa y la guía de mi Poder Superior, elijo «Que empiece por mí». Puedo permitir que la generación de crianza de mi hija empiece por mí. Lo que haga no será perfecto, pero cuando tomo la decisión todos los días de buscar la guía de mi programa de Al‑Anon y de mi Poder Superior, no tiene por qué ser perfecto.

Por Hope W.

The Forum, junio de 2024

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