Cuando comencé en Al‑Anon, sabía que necesitaba ayuda. Sabía que necesitaba cambiarme para sobrevivir a mi relación con mi cónyuge, quien recientemente había logrado la sobriedad. Ahora que él estaba trabajando un programa, ¡yo era la persona que mostraba locura! Así que, de mala gana, fui a mi primera reunión, tras haber agotado todas las demás opciones. No sabía si Al‑Anon me ayudaría ni cómo, pero sabía que necesitaba algo. Finalmente, quise tener lo que ellos tenían: paz y serenidad.

Realmente disfrutaba las reuniones. La gente era agradable, las historias eran reales y ya no me sentía sola. Al final de cada reunión, decían: «Sigue viniendo». Pero no me aferré a los lemas ni a los acrónimos. Leí mucho y entendí lo que era Al‑Anon intelectualmente, pero el programa aún no había germinado en mí.

Pero, tal y como dice el lema «Sigue viniendo», hice eso mismo. ¿Y adivinen qué? ¡Funcionó cuando permití que funcionara! Aproximadamente tres meses después, encontré una Madrina y comencé a trabajar los Pasos. Poco a poco, sin que yo me diera cuenta, Al‑Anon se convirtió en parte de mí. Ya no tengo que intentar recordar un lema o un acrónimo. Ya los conozco. Ya no tengo que pensar: «¿Qué dirían o harían los miembros de Al‑Anon?». Se ha vuelto una cuestión de instinto.

Al‑Anon me dio la paz y la serenidad que buscaba. Pero, tal y como lo escucho en cada reunión, tengo que practicar el lema «Sigue viniendo», y permitir que el programa funcione.

Por Alicia C.

The Forum, mayo de 2024

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