Cuando llegué por primera vez a las salas de recuperación de Al‑Anon, tal vez lo hice por las razones equivocadas. La razón principal fue la curiosidad. Hoy reconozco y entiendo que me he quedado por todas las razones correctas. En estas salas, he escuchado que crecemos donde nos han sembrado, y así es exactamente como veo mi experiencia en este hermoso programa.

Me crie en un hogar y en una familia en la que el alcohol siempre fue un invitado bienvenido. De hecho, era un huésped que a menudo se quedaba más tiempo del esperado. Mi comportamiento hacia quienes consumían cantidades excesivas de alcohol era irrespetuoso y completamente irracional. Yo hablaba fuerte, por fuera y por dentro. Tenía resentimiento hacia todos los alcohólicos de mi vida y sentí un gran alivio cuando, uno por uno, todos fallecieron.

Mis defectos de carácter quedaron grabados en mi corazón y en mi alma como tatuajes permanentes. La falta de confianza, la necesidad de controlar y un ego obstinado habían sido los administradores de mi vida durante mucho tiempo. Cuando me pidieron que prestara servicio en Al‑Anon, dudé de mí misma. Nunca creí que tenía lo que era necesario para servir y mi ego no me permitía cometer un error. Pero aprendí la frase «el servicio no reemplaza la recuperación», lo que significa que mi servicio para Al‑Anon depende de una recuperación saludable. Qué hermoso ver que la recuperación me lleva a aceptar a los demás tal como son, en lugar de resentirlos por lo que no son (para mí).

Mi crecimiento en la recuperación y mi crecimiento en el servicio han ido de la mano. Mi experiencia es que ciertamente no hay comodidad en la zona de crecimiento ni crecimiento en la zona de comodidad. He vivido muchos desafíos, tantos como las diferentes estaciones. Trabajar con otros, servir en un ambiente amoroso y utilizar el código de intercambio cariñoso de Al‑Anon era difícil para alguien como yo, porque había pasado la mayor parte de mi vida gritando para ser escuchada. Aun así, fue posible hacer todo esto.

Después de servir como Delegada de Área, fui elegida para servir como miembro de la Junta de Servicios Generales. Esto realmente me hizo sentir humilde. No tenía idea de que fuera digna de asumir ese papel. ¡Una vez más, dudé de ! Cuando fui elegida Presidenta de la Junta y Delegada de RSGAI, me quedé sin palabras. Las lágrimas se derramaron por mis mejillas. Una vez más, los demás tenían más fe en mí de la que yo tenía en mí misma. ¿Cómo podían ellos confiar en mí? ¿Qué vieron ellos que yo no pude ver? Estos miembros sabían de lo que yo era capaz; solo tenía que poder verlo yo.

Cuando finalmente me entregué al proceso, todo encajó en su lugar. Una vez más, estaba creciendo donde me habían sembrado. El amor y apoyo incondicional de mis Madrinas y de la hermandad han sido mi sustento. Las estaciones van y vienen, al igual que las múltiples experiencias que he tenido. Al estar plantada aquí, mis raíces permanecen arraigadas para servir a una comunidad amorosa mientras yo sigo creciendo «Un día a la vez».

Por Uthica A., Delegada de RSGAI, Sudáfrica

The Forum, febrero de 2024

«Dentro de los Grupos de Familia Al-Anon» contiene noticias, guías y comentarios escritos por los voluntarios, el personal y los lectores que comparten sus experiencias mediante el servicio. Puede reimprimir este artículo en el sitio web de su rama de servicio o en su boletín, junto con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con el permiso de The Forum, Al-Anon Family Group Headquarters, Inc., Virginia Beach, Virginia.