Acababa de dar a luz por primera vez a una hermosa niña, y pensé que todos mis problemas desaparecerían. Pensé que sería la madre y esposa perfecta, y que tendría una familia perfecta. No obstante, mi vida se estaba saliendo de control. Me había criado en una familia adicta y me había casado con una persona con alcoholismo activo. Estaba triste, frustrada y no podía ver más allá de mi propio dolor y temor. Tras la insistencia de un profesional de la salud mental, decidí ir a una reunión de Al‑Anon. Al principio, las reuniones eran desafiantes. Yo estaba inundada por los años de emociones embotelladas, y lloraba o ardía de rabia durante las reuniones. Sin embargo, seguí viniendo porque le ofrecían a mi alma un alivio profundo que no encontraba en ningún otro lugar. Tuve que ir poco a poco y permitir que hubiese tiempo para sanar antes de seguir adelante. Sin embargo, pronto encontré que, tal y como declaraba la bienvenida de mi grupo, podía hallar felicidad, ya fuera que el alcohólico siguiera bebiendo o no. He aprendido a dejar ir mis temores acerca de lo que puede ocurrir y vivo y amo lo que es. Ya no necesito ser una madre y una esposa perfecta; he aprendido que eso no es posible. Al‑Anon me ha dado un salvavidas de esperanza en una situación que antes se sintió desesperanzadora.
Por Holly C., Montana
The Forum, diciembre de 2019