Me deleita recordar mi primera reunión de Al-Anon y ver lo mucho que he crecido. Cuando mi hijo estaba en un centro de recuperación, sentí un gran alivio al saber que se trataba de una enfermedad. Una vez que escuché eso, mi mente y mi corazón se abrieron a la posibilidad de la esperanza y de un futuro más brillante. Fueron unas gozosas noticias escuchar que yo no causé su alcoholismo, no lo puedo curar y no lo puedo controlar. Me regalaron el libro de lectura diaria, Un día a la vez en Al-Anon (SB-6) y un calendario de reuniones y me animaron a asistir a más reuniones.

Eso fue exactamente lo que hice, y es lo que sigo haciendo con el aliento de aquellos que vinieron antes que yo. Estos miembros siguen aportando, ofreciendo su amor incondicional y compartiendo su propia experiencia, fortaleza y esperanza. Ahora es mi turno de compartir mi propia experiencia, fortaleza y esperanza y de  recibir a los recién llegados que entran por las puertas de Al-Anon.

Por Julie B., Florida

Al‑Anon se enfrenta al alcoholismo 2020