«¿Por qué debería ir a las reuniones si yo no soy quien tiene el problema?» es una gran pregunta para la mayoría de los miembros de la familia. Después de todo, si su cónyuge tiene un ataque al corazón, usted no asiste a rehabilitación cardíaca. Quizá usted lea un poco o tome una clase, pero eso es todo. Usted no quiere comprometerse con nada más que eso, ¿o sí?
Si usted se relaciona con una persona alcohólica, la realidad es que sí tiene el problema. Usted no lo causó, y no lo puede controlar, y no puede cambiar el comportamiento del alcohólico —pero usted definitivamente siente los efectos de la bebida; y también sentirá los efectos de la recuperación—.
Usted puede pensar que todo se resolverá si la persona alcohólica va a tratamiento y le da seguimiento con reuniones de Alcohólicos Anónimos. Suena como un proceso simple. Pero no es fácil, y hay bastantes obstáculos en el proceso. Como miembros de la familia, ustedes están afectados. Ustedes eligen que los efectos sean positivos o negativos.
Si la persona alcohólica regresa a casa después de un tratamiento o de una reunión de A.A. y encuentra que usted está en las garras de la ansiedad en cuanto a que ella vaya a beber otra vez, eso es algo negativo para los dos. Si, por otro lado, usted ha aprendido a manejar esos sentimientos y obtiene apoyo por parte de otras personas porque está asistiendo a Al‑Anon, eso es mucho mejor para usted, como también lo es para la persona alcohólica que forma parte de su vida.
En Al‑Anon, entablará amistad con personas que comparten su experiencia y están dispuestas a escuchar. Usted estará muy adelante de la mayoría de los miembros de la familia, quienes todavía no tienen un lugar en el cual poder ventilar sus problemas con seguridad y escuchar sobre la forma en que otras personas utilizan el programa de Al‑Anon para encontrar soluciones.
C. Scott McMillin, B.A., CAC y Capacitador Clínico
Santa Fe, Nuevo México