Mi mamá me salvó la vida. Mi mamá me salvó la vida porque tuvo agallas para salvar la suya.
Crecí en un hogar donde la enfermedad del alcoholismo avanzaba descontroladamente. Mis padres estaban muy enfermos. Creo que un vecino reconoció los síntomas y le sugirió a mi mamá que fuera a Al‑Anon. No sé qué tan pronto fue, pero lo hizo, y fue muchas veces.
Nuestra casa era un buen ejemplo de una situación que empeoraba en lugar de mejorar. No era una situación buena, pero mi mamá siguió yendo a las reuniones. Eso me enojó demasiado. Yo no entendía cómo ella podía dejarnos.
Mi madre sabía que si ella no cuidaba de sí misma, no podría cuidar de nadie más. Yo era una adolescente y no entendía. Hoy en día, lo sé. Hoy en día, lo entiendo.
Al mismo tiempo, las personas que asistían a las mismas reuniones a las que asistía mi mamá siempre venían a casa. A mí no me gustaba ninguna de ellas, pero ella tenía amigas. No recordaba que mi mamá alguna vez trajera a alguien a casa ni que realmente tuviera amigas. El alcoholismo aísla demasiado.
Mi mamá me llevó a reuniones de Alateen. No tengo idea de por qué la escuché, pero lo hice y fui a las reuniones.
Mi mamá me salvó porque ella se salvó a sí misma al obtener la ayuda que necesitaba de Al‑Anon. Extraño a mi mamá todos los días. Ella me dio el mejor regalo del mundo, porque en medio de todas las dificultades que se le presentaron, trajo la recuperación a nuestro hogar.
Por Katie S.
Al-Anon se enfrenta al alcoholismo 2017