Antes de mi primera reunión de Al-Anon, creía que la bebida y el consumo de drogas por parte de mi hijo adolescente era algo único. Traté de ocultar el problema para que otros padres y los maestros no se dieran cuenta. Me aislé, mantuve en reserva mis emociones y recurrí al abuso verbal. Me sentía avergonzado y temeroso. Las acciones de mi hijo dominaban el hogar. Pensaba que si simplemente pudiera superar la forma de pensar de mi hijo, estar tres pasos adelante y vigilar cada vez más el comportamiento, podría lograr que las cosas cambiaran.

En última instancia, ninguna de mis acciones en el hogar logró ningún cambio significativo en el comportamiento de mi hijo. El ser mártir únicamente me provocaba dolor. Mi «ansiedad anticipatoria» en cuanto a todos los aspectos de mi vida familiar solo me hacían sentirme mal.

El «don» de la desesperación me hizo asistir a mi primera reunión de Al-Anon. Mi vida «secreta» era tan fuerte que hasta pensé en usar un nombre falso durante la apertura en esa primera reunión. Me di cuenta de que podía compartir aspectos de mí mismo de manera confidencial, sin juzgamiento y sin dar consejos, lo cual yo no quería. Soy humano, por lo tanto no soy perfecto, y experimento momentos felices y momentos tristes de igual manera que otras personas. No puedo arreglar el mundo, pero puedo encontrarme a mí mismo.

Por David – Rhode Island
Al-Anon se enfrenta al alcoholismo 2016