Vine a los Grupos de Familia Al-Anon porque mi ex novio, un alcohólico en recuperación, me lo sugirió. Nuestra relación era incierta, y yo le echaba a él la culpa. Quería que cambiara para que me hiciera feliz, pero fracasé al tratar de hacer que cambiara, a pesar de lo mucho que lo intenté. Su recuperación y su programa eran una prioridad en su vida, y yo no lo entendía. Nuestra relación carecía de algunos de los elementos fundamentales que yo desesperadamente necesitaba.

A pesar de que estaba dispuesta a terminar la relación con mi novio cuando llegué a Al‑Anon por primera vez, seguí la sugerencia de miembros de que esperara seis meses antes de tomar tal decisión. Me dijeron que después de unos meses de recuperación, la perspectiva, la actitud y las reacciones que yo tenía cambiarían y me brindarían los instrumentos para tomar una mejor decisión.

Comencé a practicar el programa de Al‑Anon. Durante los primeros meses, asistí a varias reuniones a la semana, conseguí una Madrina, participé en labores de servicio dentro de los grupos, leí publicaciones de la literatura y me mantuve en contacto por teléfono con miembros.

No tardé mucho tiempo en reconocer cuál era mi parte en la relación disfuncional. Me di cuenta de que mis necesidades y patrones de comportamiento fueron el resultado de haber sido profundamente afectada por el alcoholismo. Una vez estuve comprometida con un alcohólico activo, pero nunca me recuperé de esa relación. También me di cuenta de que la enfermedad contagiaba a mi familia.

Poco a poco, mi relación con mi novio parecía mejorar porque dejé de tratar de imponerle mi voluntad. Dejé de reaccionar. No fue fácil, pero con la ayuda y el aliento de mi Madrina y otros miembros de Al‑Anon, comencé a enfocarme en mí misma en lugar de hacerlo en él.

A medida que mejoraba, paulatinamente empecé a descubrir que la única persona que me puede hacer feliz soy yo misma. Empecé a cuidarme física, emocional y espiritualmente. Volví a establecer contacto con mi Poder Superior.

Llegó un momento en nuestra relación en el que sentí que “esto no podría ser mejor”, pero aún quería más. Debido a su alcoholismo, acepté que él simplemente no tenía nada que dar. Yo no sabía qué hacer. Lo amaba y quería que estuviera en mi vida, pero me sentía desalentada. Mis necesidades emocionales no se satisfacían y nuestra vida juntos no tenía futuro. Además, él dependía completamente de mí; yo sabía que se lo propiciaba, pero no sabía cómo dejar de ser quien lo cuidara.

Al darme cuenta de que yo era incapaz, le entregué la situación a mi Poder Superior. Me entregué. Era lo único que podía hacer.

Fue una sensación abrumadora. Yo confiaba en mi Poder Superior, quien de ahí en adelante me guió durante unos cuantos meses. Él me ayudó a encontrar una manera de romper mis patrones enfermizos, continuar siendo amiga de mi ex novio y teniendo la libertad de seguir adelante con mi vida. Me sentí como si un Poder superior a mí me llevara, y no estaba devastada como temía que iba a estar.

Hoy en día mi ex novio y yo aún nos mantenemos muy unidos. Sin que yo presione, ni interfiera, ni propicie, ni controle, él es capaz de practicar mejor su propio programa, cuidar de sí mismo y vivir su propia vida. Hacemos lo que podemos por mantener lo que era bueno entre nosotros y soltar las riendas de lo malo. Siempre estaré agradecida por eso.

El mejor halago que recibo es cuando mi ex me dice lo orgulloso que está de mí por la forma en que practico el programa. Ya tengo dieciséis meses de estar en Al‑Anon. Asisto a cuatro reuniones por semana, practico los Pasos fervientemente, leo publicaciones de la literatura diariamente, trabajo con mi Madrina, y me mantengo en contacto con miembros de Al‑Anon. También soy la Madrina de otros miembros y trabajo en la Oficina de Servicio de Información. Muchas veces hablo en otras reuniones y trato de retribuir lo que Al‑Anon me ha dado: una nueva oportunidad en mis relaciones con los demás.

Por primera vez en mi vida estoy en una relación que es muy sana. Como resultado de practicar los Pasos, también pude dejar atrás el pasado, perdonar y soltar las riendas de viejos resentimientos. Ahora mis relaciones con los miembros de mi familia son mejores que nunca.

Por Tami P., Nueva York