Al trabajar con los familiares de personas alcohólicas, imparto educación sobre el alcoholismo como enfermedad, la forma en que progresa la enfermedad, el proceso de tocar fondo, el impacto de la enfermedad en la familia y la forma en que alguien puede recuperarse.

Finalmente llega ese momento en el que un miembro de la familia trata de cambiar la forma en que reacciona ante el comportamiento de la persona alcohólica, sólo para darse cuenta de que este cambio es mucho más difícil de lo que se esperaba.

La madre de un alcohólico dijo que había decidido decirle que «no» a su hijo la próxima vez que él le pidiera dinero. Cuando su hijo le hizo la petición, ella se sorprendió de haberle dicho que «sí». Dijo que estaba consciente de que su «ayuda» realmente le causaba daño a él; que el dinero se gastaría en alcohol; que la promesa que ella lo obligó a hacerle de que «no volverá a pasar», no se iba a cumplir; y que ella se iba a sentir muy mal después. A pesar de saber todo eso, siempre le dio el dinero.

Esa fue mi oportunidad para darle a conocer una palabra que ella pensaba que se relacionaba solo con el alcohólico: incapacidad. Le dije que ella era incapaz de decir que «no». Ella me respondió con una pregunta: «Si soy incapaz, entonces, ¿cómo voy a hacer para decir que “no” y dejar de propiciar?» Yo le contesté: «Para eso es que está Al‑Anon: para ayudarles a hacer lo correcto a usted y a su hijo».

En mis treinta y dos años de prestar servicios de orientación, he visto a miembros de la familia ir a Al‑Anon para encontrar ayuda para sus familiares adictos, pero en lugar de eso encuentran ayuda para ellos mismos.

El alcoholismo se desarrolla en un ambiente de secretismo y vergüenza. Al‑Anon es una influencia poderosa para que los familiares rompan el silencio que rodea a su familia, mientras que rompen el ciclo de vergüenza que fomenta la incomprensión y la renuencia a buscar ayuda.

Para algunos miembros de la familia, el estar en recuperación ha comenzado cambios que cambiaron radicalmente el papel que estaban desempeñando en la perpetuación de la enfermedad del alcoholismo de su ser querido, generando así motivación para que la persona alcohólica se recupere. Otros miembros de la familia encontraron un sendero hacia la felicidad, la paz y la serenidad, a pesar de la bebida continua de su ser querido.

Como profesional en el tratamiento, me doy cuenta de que cada persona en recuperación lleva la esperanza y el potencial de ayudar a muchas otras. El poder de la recuperación de los miembros de Al‑Anon que comparten sus historias con un recién llegado es muy superior a cualquier poder que alguna vez haya presenciado yo en un entorno de tratamiento profesional.

Ed Hughes, MPS, LICDC
Portsmouth, Ohio