Durante nuestra primera clase en la escuela nocturna, una mujer agradable habló conmigo y finalmente me preguntó si yo estaba casada o si salía con alguien. Le  dije con franqueza: «Acabo de terminar la peor relación que últimamente tuve». Ella se rio y me preguntó: «¿Tuviste un padre que era alcohólico?» Me quedé muda, lo cual era raro para mí, y finalmente respondí: «¿Cómo es posible que lo sepas?»

Ella me preguntó que si me gustaría ir con ella a una reunión de Al‑Anon para hijos adultos de personas alcohólicas. Aunque no podía conectar de manera lógica mis problemas de relación con la bebida de mi padre, especialmente porque hacía 15 años que él había fallecido, todavía sentía curiosidad y dije que sí.

Durante la reunión, leí la lista de preguntas de: ¿Le preocupa la bebida de otra persona?, en el paquete para los recién llegados para ver si cumplía con el requisito para estar en el grupo. Me quedé estupefacta al responder todas las preguntas con un «sí». Cuando me senté en mi primera reunión de Al‑Anon, tuve la sensación de que habían estado esperándome. Era una sensación extraña.

No socializaba mucho ni era fanática de «clubes»; pero mi experiencia con hijos adultos y otros grupos de Al‑Anon terminó siendo no solo positiva sino también una serie de revelaciones.

Linda H. ‑ Nueva York
Al‑Anon se enfrenta al alcoholismo 2018