Aún recuerdo la espesa niebla en que mi mundo se había convertido en el momento en que encontré el camino a mi primera reunión de Al-Anon. Había intentado todo en lo que podía pensar para hacerle frente al deterioro de la salud mental de mi hijo joven, sus calificaciones escolares cada vez más bajas y su abuso del alcohol y de las drogas. Ni mi preocupación, ni mi supervisión, ni mi intento de obtener ayuda para él parecían lograr ningún cambio. En su lugar, me hundía cada vez más en la desesperación, en la confusión, en la culpa, en la duda que crecía dentro de mí y en el temor. ¿Cómo llegamos a parar aquí?

En mi primera reunión de Al-Anon no absorbí muchas de las palabras, pero sabía que estaba con gente que entendía. Sentía que por fin estaba en un lugar suficientemente seguro como para permitirme comprender lo que era la soledad, el aislamiento, el dolor y el caos que se había apoderado de mi vida en el hogar. Ese día compartí un poco con el grupo, y me sentí muy aliviada al recibir la cálida bienvenida, el apoyo y la gentil comprensión de los miembros del grupo. Ellos me animaron a que tan solo siguiera viniendo, y simplemente al seguir viniendo encontraría mis propias respuestas.

Efectivamente regresé. Al regresar de manera más constante, me di cuenta de un sentimiento de esperanza, de aceptación, de gratitud y de fe cada vez mayor en la idea de que tengo mi propia recuperación en la cual trabajar con el propósito de que tanto yo como mi familia seamos más saludables, a medida que enfrentamos los retos y los efectos de la adicción. ¡Al-Anon sigue ayudándome a crecer! Ahora tengo los instrumentos y el apoyo que necesito para enfrentar lo que esté por venir, y sé que voy a estar bien.

Por Sharon A. – Alberta, Canadá
Al-Anon se enfrenta al alcoholismo 2016